De padres e hijos
De padres e hijos

De padres e hijos

Nunca o casi nunca se discute en ese entorno cómo es el comportamiento de padres e hijos dentro del hogar, por la misma razón que cuando escuchamos o leemos, que el setenta por ciento, seis de cada diez o un tercio de las familias, nos imaginamos que son datos concretos, pero nunca van a ser la realidad de lo que es la convivencia familiar, principalmente entre padres e hijos.

Mucho se ha escrito y se escribirá sobre el comportamiento de los hijos en el hogar, psicólogos, psiquiatras, sociólogos, pediatras, etc.; en fin, innumerables profesionales de muchos conocimientos sobre el particular, han querido mostrar al mundo cómo es o cómo debe ser la forma más positiva de una vida en familia.

Es mi opinión como padre que soy, que todo cuanto se ha dicho con relación a este tema es lo real, pero que debemos saber que si es difícil compartir un proyecto de vida o de hogar con los hijos, es factible conseguir una interpretación de cómo es la forma de respetar y aceptar el comportamiento de toda la familia.

Una de las maneras más ecuánimes de llegar a un entendimiento es que tanto padres e hijos deberían por todos los medios entender que el respeto y la tolerancia son los principales actos que un hogar debe fomentar para que la convivencia sea el artífice de alegría y felicidad en el mismo, no olvidemos que es muy difícil que prevalezca la razón cuando lo que está en juego son los sentimientos, pero es muy hermoso cuando las discusiones son positivas y sin herir en lo más mínimo a quienes más amamos.

Es necesario inculcar a los hijos desde muy pequeños, el respeto y el cariño a quienes le brindaron la vida, y que no les quepa la menor duda que ellos son frutos del amor de esos padres, que así lo pensaron y soñaron. Hacerles entender que convivir bajo un mismo techo implica respeto mutuo, comprensión, sostener una conducta ejemplar y que acepte de buena forma, que los padres son quienes deben ejercer el mando de todas o casi todas las resoluciones a tomar en bien del núcleo familiar, pero a su vez ellos no deberán creer que eso les dará derecho a ejercerlo en forma dictatorial. Al contrario, es sabido que se consigue más diciendo no en voz baja que con un si gritando.

Los hijos deben comprender que así como hay leyes que han sido dictadas para su protección, también deben entender que los padres igualmente deben ser protegidos, deben saber y tenerlo muy en cuenta que como seres humanos necesitan cariño, amor, comprensión, atención y tiene todo el derecho del mundo a disfrutar de la vida, de poder en cualquier momento mimarse, despreocuparse de los problemas del hogar, sentir que el cariño que le brindaron a sus hijos desde el momento que los concibieron hoy son recompensados de la misma manera por todos ellos, y que en algunos casos puedan tener un momento de soledad para dar lugar a sus confidencias, o recordar lo mucho que se han querido cuando comenzaron las relaciones que concluyeron con la formación de la familia, y que en este momento es orgullo de los dos.

Los hijos de padres bien avenidos, deben siempre demostrar ante toda la comunidad que los ejemplos y enseñanzas de los padres no fueron en vano, que las mismas le produjeron una claridad de vida que podrán agradecer infinitamente y valorar lo importante que fue, es y será cuanto aprendieron de los padres y de que manera recibieron el amor y cariño que ellos sintieron y dieron a sus hijos.

El hombre moderno deberá continuar desempeñándose como padre, las transformaciones que operan en la vida no podrán cambiar nunca la forma o manera de cómo fue creada la formación de una familia por Nuestro Señor. Los padres deberán inculcar a sus hijos todo lo bueno de la vida, y los hijos aceptar de buena manera las enseñanzas, para que con el correr del tiempo puedan ellos transmitirlas a sus hijos, como un homenaje de amor a sus progenitores.

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