Dos formas distintas de entregarse
Por Walter Zerbatto. El primer balotaje de la historia electoral de la República Argentina dejó muchas páginas en blanco para ser escritas por aquellos que quieran expresar su sentir acerca de lo que pasó en nuestro país en los últimos doce años y de lo que puede venir a partir de la elección de Mauricio Macri como presidente.
En números redondos, un 51% del país eligió un cambio, una palabra tan bastardeada en este año electoral que no se sabe si cumplió con su verdadero significado. Más aún se justifica esta afirmación cuando se dieron a conocer los nombres que acompañarán al presidente electo a partir del 10 de diciembre. Como ejemplo, el que más se destaca es el caso de Patricia Bullrich cuyo “cambio” es que ocupará el Ministerio de Seguridad, en lugar del Ministerio de Trabajo, como lo hizo durante el gobierno de De la Rúa. ¿Será que quisieron ser originales o saben que en esa cartera las reducciones o achiques que aplique no impactarán en el bolsillo de nadie?
En fin, otro caso curioso son los nombramientos de ex directivos de multinacionales en ministerios claves y cuyas decisiones pueden afectar el día a día de los argentinos. “El país atendido por sus propios dueños”, expresó el periodista Víctor Hugo Morales cuando en una entrevista se le pidió su opinión ante esta circunstancia.
Si bien en esta etapa de transición algunos de los futuros ministros están expresando sus ideas y objetivos de lo que piensan hacer a partir del 10 de diciembre, se debe esperar a que entren en funciones para analizar con un poco más de profundidad las medidas tomadas, aunque en la previa no parezcan muy alentadoras. Macri deberá darse cuenta que la política y la economía de la Argentina es muchas más que las palabras Esperanza, Alegría y los bailecitos en medios de globitos amarillos.
Lo que se debe destacar es la participación que tuvieron los dos partidos políticos mayoritarios en estas elecciones, en su etapa previa y las decisiones que tomaron.
Por un lado está la Unión Cívica Radical, que desde el abandono en helicóptero de la Presidencia por parte de Fernando De la Rúa, todavía no se pudo recuperar de esa instancia y del rechazo que provocó en la gente. A nivel nacional, no ha logrado todavía generar referentes desde sus canteras que logren juntar los votos necesarios para que este partido centenario se imponga en elecciones en cargos importantes.
En cambio, la UCR ha decidido prestar su estructura a partidos minoritarios que sin ella no podrían acceder a cargos de gobierno. Un ejemplo claro es la provincia de Santa Fe, el radicalismo y el socialismo formaron el Frente Progresista Cívico y Social y lograron que Hermes Binner accediera a la gobernación y se transformara en el primer gobierno socialista en una provincia de nuestro país. Pero, como socialista, sino es un Frente con una amplia y mayoritaria participación de radicales, esa es la idea, pero con el transcurrir del gobierno fueron pocos los ministerios o secretarías claves ocupadas por los de la boina blanca. Esto se acentuó con el estrecho triunfo logrado por el actual gobernador Bonfatti que hizo notar su preferencia a la hora de elegir colaboradores por aquellos que pertenecían al partido de la Rosa en detrimento de los que llevaban la boina blanca.
Con la victoria de Miguel Lifschitz esta situación pareciera revertirse quizás por la necesidad que tiene el socialista de lograr una estable gobernabilidad tras el playito triunfo obtenido por poco más de 1000 votos ante Miguel Del Sel, ex candidato del PRO.
Una situación similar, pero al revés, ocurrió en la ciudad de Coronda. Tras más de 20 años de gobierno justicialista un radical accedió a la Intendencia y en su gabinete tenía pocos nombres socialistas hasta que con el correr de su mandato no quedó ninguno. Esta decisión le trajo más de una discusión con el gobierno provincial, pero se mantuvo en la suya y no dio el brazo a torcer. Así le fue, en las elecciones pasadas, perdió su interna y luego el representante del Frente Progresista perdió la intendencia a manos nuevamente del Justicialismo.
A nivel nacional la entrega fue total, tras una convulsionada convención radical en Gualeguaychú, el partido decidió unirse al PRO y conformar la alianza Cambiemos que a la postre le dio el triunfo en el último balotaje a Mauricio Macri y le permite ser el nuevo Presidente de la Nación. Gran parte de los radicales del país y de los que estuvieron presentes en la ciudad entrerriana se mostraron disconformes con esa decisión y la rechazaron porque sentían que iba en contra de los principios de los grandes líderes que tuvo la UCR como Irigoyen, Illia o Balbín, por nombrar algunos. Líderes y principios, dos palabras que parecen no figurar en el actual diccionario del radicalismo.
Y el peronismo también tiene lo suyo, metido en una fuerte interna entre kirchneristas y no kirchneristas, massistas y delasotistas, en plena elección presidencial provocó que su candidato Daniel Scioli no obtenga el apoyo suficiente para triunfar en la segunda vuelta. Parece que al gobernador bonaerense lo dejaron que se endulce ganar, con lo justo, la primera vuelta para luego sus “compañeros” darle la estocada traicionera. Un ejemplo claro fue la provincia de Córdoba, de signo justicialista, donde fue más fuerte la alianza De la Sota-Massa que le dio el 70% de los votos a favor de Macri.
Otro caso es la provincia de Santa Fe, donde algunos candidatos del PJ sentados en el mullido y confortable almohadón del triunfo logrado con la banca de Senador Nacional y en algunas ciudades del interior, apenas o muy levemente movieron sus glúteos en favor de la candidatura de Daniel Scioli. Traduciendo en pocas palabras de un peronista raso y enojado, “estos apenas movieron el culo”. Y esto se sintió días pasados cuando, el todavía diputado nacional, Omar Perotti faltó a la última sesión del Congreso y desató una andanada de críticas en otros referentes de Frente Para la Victoria de la provincia. Marcos Cleri, Alejandro Ramos y Agustín Rossi aprovecharon para reprocharle el escaso compromiso con la campaña nacional de Scioli.
Ahora derrotado y viendo como Mauricio Macri asume la Presidencia de la Nación, el justicialismo estará entretenido en su nuevo rol de oposición y de búsqueda de nuevos referentes o de afianzar a los que ya tiene para recuperarse en los próximos años.
En definitiva, los más genuino y puro de estas últimas elecciones fue la decisión del soberano. La gente con su voto eligió lo que quiere para el futuro del país. Un 51% de los argentinos optaron por el cambio y deberán ser el contralor de que no sea una marcha atrás sino el avance hacia la verdadera “construcción sobre lo ya construido”, como dicen muchos macristas. Por el otro lado está el 49% que eligió defender las conquistas sociales y de inclusión logradas en estos últimos años de gobierno kirchnerista.
Un país claramente dividido en dos y un desafío para Mauricio Macri de encontrar el punto en común para que estas dos mitades se unan en pos del bienestar del país sin que cada una de ellas tenga que resignar algo para lograrlo.