Invasión rusa a Ucrania, impactos en Argentina y el fantasma de la 125
El conflicto bélico entre Rusia y Ucrania tendrá consecuencias en nuestro país, en particular en el sector granario.. Crédito: Archivo

Invasión rusa a Ucrania, impactos en Argentina y el fantasma de la 125

El autor sostiene que es razonable conjeturar que los precios internacionales de varios commodities agropecuarios y energéticos aumentarán significativamente.

Por Pablo Olivares (*)

Rusia decidió invadir Ucrania y disparó en simultáneo un conflicto bélico internacional con volatilidades en los mercados de bienes y de capitales. Aún resulta muy apresurado anticipar no solo el curso futuro del conflicto sino, con más razón, la multiplicidad de sus derivaciones.

Este conflicto es un fenómeno de largo alcance en términos geopolíticos de escala global con alto potencial para generar cambios sustanciales en el orden mundial.

Al intentar mirar este fenómeno desde nuestro país, la lejanía geográfica del epicentro del conflicto y la insignificancia política y militar argentina (gran diferencia con la 2da Guerra Mundial) nos induce a ocuparnos de los efectos internos que se deriven de lo que  irradie, directa e indirectamente, dicho conflicto bélico.

Todo conflicto bélico que involucra a potencias económicas y militares tiene potencial para generar impactos en los precios de alimentos y energía. Más aún cuando uno de los protagonistas centrales del conflicto se encuentra entre los principales productores de energía y de ciertos alimentos del planeta.

Por eso, es razonable conjeturar que los precios internacionales de varios commodities agropecuarios y energéticos aumentarán significativamente.

Para Argentina, el probable impacto de los aumentos de dichos precios será diferente según si se trata de commodities energéticos o commodities agropecuarios, pero ambos casos tienen como rasgo común que generarán conflictos internos.

Para eso hay que considerar los impactos que tendrán los precios de cada tipo de commodity en el sector externo, en la actividad económica y en la inflación.

El aumento de los precios internacionales de commodities energéticos impactarán negativamente en las tres dimensiones. Comprimirá la balanza de pagos por el aumento del valor de las importaciones de energía (Argentina no tiene autoabastecimiento y es importador neto de energía), traslado a precios generando inflación adicional por vía de costos y efecto contractivo de la actividad económica (caída de salarios reales y aumento de costos de producción).

Por su parte, el aumento de los precios internacionales de commodities agropecuarios  tendrá impactos de distinto signo en esas tres dimensiones. Para el sector externo significará un alivio mediante el aumento del valor de exportaciones y para la actividad económica implicará un empuje vía ese componente externo de la demanda agregada. Pero en materia de precios implicará una presión sobre los precios internos, especialmente en un rubro tan sensible social y políticamente como el de alimentos (otrora llamados “bienes salarios”).

Cómo impacta

De este esquema de impactos múltiples se pueden observar las tensiones sociales y políticas latentes que podrán agudizarse.

– De entrada, sumar más presión inflacionaria a una economía que ya navega sobre un oleaje inflacionario del 50% implica agravar la dinámica económica complicando los procesos productivos y agudizando las pujas distributivas (precios / salarios).

– En el terreno de las divisas los aumentos de precios de ambos tipos de commodities plantearán escenarios distintos para el Banco Central. Todo aumento de exportaciones agropecuarias serán una bendición, mientras  que las importaciones de energía significarán lo contrario.

– Los precios de los commodities agropecuarios internacionales presionarán al alza los precios internos de algunos productos agropecuarios, como por ejemplo el trigo, pero tal vez no todos los productos agropecuarios vean aumentar sus precios o hacerlo en similares porcentajes. Como hay procesos productivos del sector agropecuario que tienen insumos provenientes de otras actividades agropecuarias podrían dispararse incentivos o desincentivos con efectos hacia el interior del sector agropecuario. En un extremo, incentivos para la producción de bienes agropecuarios cuyos precios aumentan. En el otro extremo, desincentivos para la producción de bienes agropecuarios cuyo precio de venta no se incrementa aunque si aumentan los precios de sus insumos agropecuarios. Atención ganaderos.

– Un incremento importante en los precios de productos agropecuarios tiene el suficiente potencial de reinstalar debates no saldados (o mal saldados) sobre los precios internos de los bienes agropecuarios, donde la contienda entre lugares comunes y clichés como la “libertad de precios en el mercado”, “super rentas del suelo”, “renta agropecuaria”, “el campo genera divisas” derivaron en una suerte de nudo gordiano.
¿Cómo abordará el actual gobierno una nueva tensión entre acumular divisas con crecimiento ver sus aumento de precios con estrechez fiscal?

– Cualquier reedición de conflicto con el sector agropecuario por este último aspecto tendrá como marco un contexto diferente con el año 2009 en una dimensión clave. Un Banco Central famélico de reservas, compromisos asumidos con el FMI de aumentarlas y transcurriendo la segunda mitad del mandato de gobierno (el conflicto con el campo anterior fue durante la primera mitad del primer mandato de CFK).

Los representantes del sector agropecuario y cerealeras sabrán que una demora en la venta o liquidación de exportaciones tendrían un poder de presión mucho mayor.

(*) Consultor económico.

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