La década de la industria avícola: creció un 250 por ciento
Producción avícola en Argentina Crédito: Archivo

La década de la industria avícola: creció un 250 por ciento

En la provincia de Santa Fe se faenaron en 2013 unos 37 millones de pollos que ayudaron a satisfacer el consumo de carne de los argentinos. Se trata de un tipo de producción que compite mano a mano con la industria vacuna y porcina.

Según el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa), la producción nacional está encabezada por la provincia de Entre Ríos, que en 2013 faenó 336 millones de aves, un 45 por ciento del total del país (733 millones), mientras que Buenos Aires aportó 288 millones (el 39 por ciento). A su vez, Córdoba y Santa Fe juntas faenaron 77 millones (10,5 por ciento) y Río Negro obtuvo 20 millones de animales. Por su parte, Salta y Mendoza produjeron unos 10 millones de aves entre las dos provincias.

Según Enrique Francisco Aranguiz, de la Escuela de Agricultura, Ganadería y Granja (EAGG) de la UNL, en el año 2002 se producían unas 800 mil toneladas de carne de pollo, mientras que en el año 2013 esa cifra trepó a los dos millones de toneladas por año, es decir que hubo un 250 por ciento de aumento.

“Este fenómeno se debe a que la suba del precio de la carne de aves no fue a la par de la vacuna. Pasó a ser un sustituto de las otras carnes. Hoy cada habitante consume entre 40 y 42 kilos de carne aviar por año, cuando en 2002 se consumían 16. A esa cifra le sigue la carne de cerdo, de la que se consumen unos 13 kilos anualmente per cápita. La carne de vaca ocupa el primer lugar con 65 kilos anuales”, detalló Aranguiz.

Además, aseguró que la escasez de carne vacuna por el límite al peso permitido para faenar fue otro de los factores que favoreció a la inclinación de los consumidores por la carne de pollo. “El precio es un factor clave, porque en el frigorífico cuesta unos 24 pesos el kilo, mientras que la carne de vaca cuesta más de 40. Es mucha la diferencia”, acotó.

Exportación

El especialista, que encabeza el área de Producción Avícola, Producción de Ovinos y Caprinos de la EAGG, agregó que buena parte de la producción de pollo se exporta: “Se está mandando a Sudáfrica, Alemania, Chile, China, Holanda y Japón, entre otros. Todo hace un volumen aproximado de 400 mil toneladas”, continuó.

Asimismo, sostuvo que nuestro país se encuentra entre los diez países con más producción avícola: “Estamos en el octavo lugar. En el año 2000 estábamos en el puesto 16, pero la producción aumentó considerablemente y ahora nos ubicamos luego de Brasil y Chile, entre otros”.

A la vez, señaló que la gran cantidad de producción está favorecida por la rapidez con que se crían los animales. “Los granjeros compran los pollitos bebé a unos 5 pesos y en 45 días ya tienen dos kilos y medio, cuando están listos para la faena. En la Escuela Granja de la UNL nos cuesta unos 40 pesos criarlos y los vendemos a 35 pesos el kilo. Es un margen de ganancias excepcional”, manifestó.

“Incluso hay productores que han dejado de producir carne de vaca y se han dedicado a la avicultura como alternativa muy rentable. Además, en un metro cuadrado se pueden criar entre 20 y 25 pollos, por eso en un galpón se pueden meter cerca de 2500 animales. Es un espacio en el que con cualquier otra actividad no se puede sacar tanta ganancia”, aseveró.

Producción santafesina

Por otra parte, destacó que la provincia de Santa Fe ha crecido considerablemente en cuanto a la producción avícola. “Antes casi todo el pollo que se consumía se traía de Entre Ríos. Sin embargo, hoy existen plantas faenadoras muy importantes, como las de Avellaneda, Esperanza, Recreo y Rafaela”, enumeró.

“Es una producción que aumenta un 15 por ciento por año, es espectacular. El 80 por ciento va al consumo interno por la gran demanda existente, pero el resto se exporta. A China y Japón, por ejemplo, se envían las garras de las aves, porque son lugares donde se consume todo. Aquí hay frigoríficos que cocinan plumas y las venden como aportes de proteínas para agregar a los alimentos balanceados para el ganado o las mismas aves. Por otro lado, la cabezas son compradas por algunos laboratorios, que las usan para cultivos celulares”, apuntó.

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