
La situación de la lechería argentina
También es necesario destacar, como un aspecto positivo, la inminente puesta en marcha del sistema de liquidación única y laboratorios habilitados para el análisis de la leche cruda. En este caso, la Junta Intercooperativa de Productores de Leche renueva su apoyo a la iniciativa y al mismo tiempo enfatiza la necesidad que los organismos competentes del gobierno nacional controlen la obligatoriedad del sistema, lo que permitirá un avance importante en la tan demandada transparencia para el sector lechero argentino.
A nivel empresario, en el segmento industrial, el año cierra con algunos anuncios de inversiones, que si bien no alcanzan a revertir completamente la tendencia de los últimos años, marcan un buen camino para el desarrollo armónico de la cadena. De la misma manera, en el segmento primario, los productores de leche han demostrado que son capaces de aprovechar las condiciones favorables del entorno para potenciar la capacidad productiva de sus tambos.
En la medida que se pueda mantener un entorno equilibrado de las principales variables económicas, el marco sectorial augura perspectivas favorables para el año 2012. Por el lado de las empresas que han diversificado su cartera de productos y mercados, el sostenimiento de las condiciones estructurales de la demanda internacional, más allá de la volatilidad que la caracteriza, permitirá su desenvolvimiento económico ordenado, como así también el de sus tambos remitentes.
De cualquier modo, es necesario prestar atención a algunas lecciones importantes que nos deja el año que finaliza, en particular, respecto de lo que podríamos llamar los “equilibrios sectoriales”. Si bien es cierto que a nivel global el sector pudo procesar y comercializar el cuantioso aumento de producción, se produjeron tensiones internas en el sistema, en especial en el subsector de la pequeña y mediana industria quesera.
Esto es el síntoma de un problema estructural que tiene la lechería nacional, caracterizado por una alta fragmentación industrial y una orientación casi exclusiva al rubro quesero, que complica al conjunto de la cadena, dificultando su adecuada inserción internacional. Como lo demuestran las mencionadas estadísticas de comercio exterior, mientras las exportaciones de leche en polvo crecieron (en volumen) un 55 % en los primeros 9 meses del año, las de “otros productos” lo hicieron en un 49 % y las de quesos sólo en un 37 %, aún en un contexto caracterizado como de sobreoferta, poniendo de manifiesto las dificultades de este segmento para enfrentar la competencia internacional.
Por esta razón, es importante que encontremos un camino de diálogo y diagnóstico compartido entre el conjunto de actores de la cadena, que a partir de la transparencia y la racionalidad económica, permita la implementación de políticas que faciliten el desarrollo sectorial, en dos planos principales. Por un lado, para aquellas empresas primarias e industriales que por escala y eficiencia tienen la capacidad de competir en el mercado interno y externo, hay que asegurar condiciones de costos y fluidez de acceso a mercados que le permitan expresar dicha eficiencia. Por el otro lado, para el subsector que está demostrando mayores dificultades competitivas en el actual escenario sectorial, se requiere continuar y ampliar las políticas públicas que, sobre la base del cumplimiento de las obligaciones vigentes, permitan que las empresas industriales y los tambos de menor escala puedan realizar las adaptaciones estructurales necesarias para que el crecimiento sectorial sea beneficioso para el conjunto de las regiones del país.