Llevan 25 años de egresados de la Universidad Católica de Santa Fe y 24 de casados
Emilio Jordán Cura, paranaense, y Florencia Eguiazú, santafesina, se conocieron en el año 1996 en la clase de Filosofía de la Universidad Católica de Santa Fe. Él cursaba abogacía, ella psicopedagogía. Tras 25 años se acercaron a la misma Casa de Estudios para acompañar a su segundo hijo en la inscripción a la carrera de comunicación, que comenzará a estudiar el año próximo.
Ambos llegaron a la UCSF después de pasar por otras alternativas. En el caso de Jordán, había incursionado en veterinaria en Esperanza, y al quinto mes se dio cuenta que no era su camino. Tenía un perfil humanista, y se decidió por las leyes, aunque comenzó en otra universidad.
Sus padres lo animaban a pasarse a la católica, por referencias que tenían, aunque él se resistía: “No quería hacerle gastar a mis padres y por eso no quería ir a una universidad privada. Somos una familia de siete hermanos, y en ese sentido estábamos más ajustados”.
Luego de dos años y medio y 10 materias, ante la insistencia de sus padres, optó por probar en la Católica. “Me tomaron las equivalencias e ingresé en el 1996. La universidad me gustó mucho, el ambiente era totalmente distinto, las clases, la mirada cristiana de la educación, de la formación moral, espiritual y académica”, detalló.
Por su parte, Flor, apenas egresada de la secundaria hizo un primer año de ingeniería química. Llegó diciembre de ese primer año universitario, y entendió que la química no era lo suyo. Inspirada por una compañera que había comenzado psicopedagogía, sumado a que siempre había tenido cierta facilidad por las humanísticas, se decidió por esta carrera. Se inscribió para comenzar en el año 1996 en la Católica, “buscando una formación integral, tanto profesional como persona, que en otras universidades no había”.
Encuentro en la Universidad Católica de Santa Fe
Estudiando distintas carreras, el punto de encuentro fueron las materias en común: Filosofía y Teología. Ambos coincidieron en la materia del profesor Alloatti. “Fui el primer día de clase y me quería esconder abajo de un banco porque entré y eran todas chicas de 18 años de edad, yo tenía 21, y era el único varón en el curso”, confiesa Jordán.
Desde la otra campana, Flor recuerda que Jordán era tranquilo, se quedaba más bien solo y no interactuaba mucho, “tiene un perfil más tímido”, reconoce ella. Cuando comenzaron los trabajos en grupo, Flor habló con sus compañeras para integrarlo, armaron equipo y se encontraron en la Biblioteca para trabajar. “Ahí pudimos entablar un diálogo un poco más personalizado. Empezamos a saludarnos en la facultad y a encontrarnos los viernes que teníamos filosofía”, recuerda ella.
Noviazgo universitario
Sin mediar demasiado tiempo, al mes y medio de ese primer trabajo en grupo, un sábado por la mañana apareció Jordán en Santa Fe. “Es una historia para escribirla” reconoce divertido el protagonista. “Por pedido de mi papá acerqué en auto a un sacerdote desde Paraná a Santa Fe, y recordando que Flor me había comentado que daba catequesis, pregunté dónde quedaba la parroquia, y la fui a buscar. Eran como las 10 de la mañana, encontré a un cura y le pregunté por la catequista Florencia. Cuando golpeé la puerta de su aula, su reacción fue: ¿qué hacés acá?, ni hola me dijo -risas-”, confiesa Jordán. La esperó fuera hasta que terminara la clase, para decirle que quería charlar un poco más.
“De ahí nunca más nos separamos -continúa Flor-, y después de la facultad salíamos a tomar algo. Él también venía algún sábado, y estuvimos de novios toda la carrera. Los dos nos recibimos con un mes de diferencia, él terminó en octubre del ‘99 y yo en noviembre”.
Ya comprometidos, colgaron el título y se casaron al año siguiente. “Siempre tuvimos claro que nos queríamos casar, formar una familia. Nos casamos un 7 de octubre, el día de la Virgen, y este año cumplimos 24 años de matrimonio”, cuenta Flor.
Tenían 25 y 24 años de edad, muy jóvenes a los ojos de sus amigos y conocidos, sin plata, y sin que la familia pudiera ayudarlos con una casa u otras facilidades materiales. “Era largarse, dar el salto de fe, que no es un salto al vacío, es confiar en Dios, que, si de alguna manera te pide eso, se encargará de solucionar los problemas”, asegura Jordán.
Profesionales comprometidos
Jordán dedicó toda su vida al ejercicio de la profesión independiente, aunque reconoce que al comienzo fue difícil forjar la conocida rueda o círculo de trabajo. Se abocó al derecho civil: derechos reales, obligaciones, contratos, temas sucesorios, y reconoce agradecido que nunca le faltó trabajo.
Flor comenzó a trabajar en la escuela común como psicopedagoga, bajo la figura de Maestro Orientador Integrador (MOI), que funciona en Entre Ríos. Siempre se abocó a la rama de la educación, y dentro de ésta, a la educación especial: “Me gusta mucho trabajar con niños con discapacidad, y fui inclinándome para ese lado”.
Recuerda numerosos docentes que la marcaron, desde lo académico y desde su testimonio cristiano, y comparte: “La facultad nos formó en muchas cosas, pero sobre todo en tener claro qué es lo que uno quiere, para qué se forma, y cuál va a ser nuestra función en la sociedad”.
Jordán comparte que la capilla estaba siempre abierta, tenían misa, y de vez en cuando encontraban algún sacerdote para confesarse. Reconoce que le hubiera gustado involucrarse en más actividades, pero por las idas y venidas desde Paraná, y el tiempo dedicado al estudio, al cursado, y al noviazgo, no le quedaba mucho margen.
En paralelo al desarrollo de sus carreras profesionales, desplegaron su matrimonio, que no estuvo exento de dificultades, como la gran crisis del 2001, a poco de casarse, o la pérdida de tres embarazos, que fueron especialmente duros. Desde la propia experiencia y con profunda Fe, Jordán afirma que “si la pareja tiene a Dios en su vida todo es sorteable: lo que te toque, una enfermedad, una pérdida de un hijo, problemas laborales, apretura económica, infinidad de cosas que pueden ocurrir a lo largo de la vida de una persona, Dios te da lo necesario para sostenerlo”.
Celebrar la profesión y la vida
El viernes 18 de octubre, a las 18, la Universidad Católica de Santa Fe sede Virgen de Guadalupe (Echagüe 7151) convoca a festejar a todos aquellos que se graduaron de la Casa de Estudios en 1974 y 1999, junto a docentes y personal de la universidad que cumplen también sus bodas de oro o plata dentro de esta comunidad universitaria.
Si sos uno de los egresados o conocés alguien que se haya recibido en esos años, comunicate con Graduados de la UCSF, al 4603030 int. 170 (de lunes a viernes de 8:30 a 16:30 horas), o por correo a graduados@ucsf.edu.ar.