Los emprendimientos rosarinos crecen y se expanden a través de las ferias municipales
Luis Aguinaga tiene 70 años de edad y hace artesanías de madera. Crédito: Municipalidad de Rosario
La Región
Redacción El Santafesino
6 de diciembre de 2021
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Los emprendimientos rosarinos crecen y se expanden a través de las ferias municipales

Participantes de tres iniciativas cuentan sobre sus proyectos, sus desafíos y su presencia en distintos mercados de la ciudad del sur provincial que les permite crecer y generar lazos con otros proyectos.

Diciembre es el mes de los encuentros, las despedidas y las fiestas para compartir con los seres queridos. Y también es una oportunidad para comprar a emprendedores y emprendedoras de la ciudad de Rosario y regalar objetos únicos y de diseño.

Las ferias organizadas por el municipio rosarino apuestan al comercio justo y solidario, apoyando a emprendimientos locales para que crezcan y muestren sus productos. Responsables de tres emprendimientos que participan de distintos espacios de la economía social y se capacitaron a través de Rosario Emprende, cuentan sus historias y sus proyectos.

Sofía Maragliano y Fabiana Motto emprenden Oliva, objetos de diseño y fabrican macetas, mates, tablas de picadas y asados y utensilios de cocina. Desde hace un año, las feriantes están en la plaza Sarmiento, los jueves de 9.30 a 13.30 horas. Su Instagram es @olivaobjetos.

Sofía tiene 26 años de edad y Fabiana 25 años de edad. “Oliva surge en pandemia. Pinté un mate en mi casa, a Sofi le gustó y un día charlamos y pensamos en que podíamos empezar a venderlos. Como era plena pandemia empezamos averiguando proveedores y a vender por Instagram”, cuenta Fabiana.

 

Sofía agrega que se conocen desde hace mucho y que tienen un grupo de amigas a quienes les gustan mucho las aceitunas. “No nos decidíamos si ponerle algo que tenga que ver con el arte, nos parecía muy repetido, y finalmente nos decidimos por Oliva, por eso el logo tiene una ramita de olivo”, agregan.

Todos los productos los hacen de manera personalizada y pensando en sus clientes. Se capacitaron primero en el curso del municipio “Mi primer emprendimiento” y después en el ABC. “Fuimos creciendo de a poco. Y quedamos para participar finalmente en la feria de plaza Sarmiento, que es un super envión”.

Ambas tienen otros trabajos pero le dedican muchas horas a su emprendimiento. “Participar de una feria siempre te abre a un público mayor, para que la gente te conozca y te permite tejer más vínculos. Nos gusta mucho lo que es la venta asociativa. No solo vendemos mates sino también trabajamos con macetas y en la misma feria conocimos personas que venden plantas y nos ayudamos”, cuenta Fabiana.

Siempre fue su deseo trabajar con materia prima de otros emprendimientos. En sus comienzos compraron madera a una familia de zona norte, porque creen en ese tipo de compras más solidarias, y también a emprendedoras mujeres. En la feria buscan ayudarse entre emprendimientos para fortalecerse entre ellos.

Oliva tiene una mirada ecológica. “La feria también te va potenciando, porque encontrás personas que están en la misma situación. Nosotras trabajamos todo lo que es pintura al agua, nuestro packaging es 100% reutilizable, reciclable y compostable, de hecho, tiene el sello que lo dice. El sello lo hizo otra emprendedora. La idea es que si le pasa algo al objeto poder arreglarlo, para no comprar por comprar. Mirarlo desde una perspectiva amigable con el medioambiente y con la economía justa y social”, explica Sofía.

“Hoy creo que todo esto se piensa mucho más, hacerse las bolsas de tela con el logo que también sirve como manera de publicidad. O dejar de usar bolsas de plástico para usar bolsas de papel. También cuando podemos nos unimos a la causa por la Ley de Humedales, creo que hay una sinergia y que se está fomentando mucho esa mirada”, agrega Fabiana.

Sobre qué significa emprender, dicen que es un gran trabajo. “La verdad que emprender parece fácil o que todo va a marchar bien desde el principio pero lleva muchísimo trabajo y dedicación. Lo bueno es que hay un feedback con la gente, algo que se devuelve, conocés gente maravillosa, y es construir una manera distinta de pensar el trabajo. Lleva mucho sacrificio pero también tiene sus recompensas”, dice Sofía.

“Lo lindo es que podés manejar tus horarios, te acomodás, sos tu jefe, pero por otro lado toda la responsabilidad está en vos, también nosotras somos amigas de antes y es mantener la amistad sobre las rispideces que pueden aparecer de hacer negocio juntas. Me pasa que vamos a la feria y es un mundo increíble. Hay mucho compañerismo, incluso muchas veces vendés de otros emprendimientos que están al lado además de los tuyos. Después ves que te agradecen, que comparten en las redes sociales tu trabajo, que les gusta lo que hacemos y eso es único”, finaliza Fabiana.

Sin edad para emprender

Para emprender no hay edad, solo se necesita pasión y ganas. Así lo expresa Luis Aguinaga que tiene 70 años de edad y hace artesanías de madera: tablas con forma de pescado, especieros, portarrollos de cocina, portamaceteros. Luis está en la feria de la plaza Sarmiento los jueves de 9.30 a 13.30 horas y en Costa Alta los domingos de 10 a 19.30 horas.

Su emprendimiento se llama “El piojo” que su apodo desde chico. “Todo surge de mi imaginación. La verdad que no hay una razón específica por la que me acerqué a trabajar con la madera. Fui cuarenta años mozo, siempre trabajé en gastronomía y cuando me jubilé dije ‘ahora es el momento’. Estoy aprendiendo, vivo aprendiendo, todos los días la madera me sorprende”, explica.

Luis realizó la capacitación del ABC de manera virtual y le sirvió para la organización interna, sacar costos y el desarrollo del producto. “Me dio muchas herramientas, fundamentalmente reafirmar el conocimiento que ya tenía por estudios, siempre fui muy amante de la contabilidad, me dio herramientas geniales. Justamente ahora estaba llamando a un proveedor para hacer un análisis de costos de un producto que me encargaron”, cuenta.

Y agrega: “La feria llega porque tenía la idea de participar, siempre me gustaron las ferias y cuando empecé con el emprendimiento pregunté en Costa Alta, me mandaron a Economía Social del distrito Norte y tomé los cursos pertinentes. Además soy una persona de hacer propuestas, me gustan las políticas de Estado. Siempre fui a las ferias, me gustaban mucho, y ahora que participo veo que la relación que hay con los compañeros y con el público es muy buena. A mis 70 años ya no tengo paciencia de vender mis productos comercio por comercio”.

Sobre el comercio asociativo, cuenta que para sus portamaceteros hace ventas en conjunto con otros emprendedores que ofrecen plantas, él exhibe sus piezas con las plantas y ellos también muestran sus productos. “Hacemos esto que se denomina venta asociativa. Me parece genial, defendemos lo que vendemos mutuamente. Y la relación que tenemos entre nosotros es magnífica”.

A Luis lo que más le gusta de emprender es la libertad que le da para realizarse. “Me da un vuelo bárbaro. No hay edad para animarse a emprender aunque ahora que lo pienso siempre fui un emprendedor, porque además de ser mozo y encargado en algunos restaurantes, terminé mi carrera gastronómica con mi propio negocio, acomodándolo a mi gusto. Que es lo que hago con este emprendimiento”, finaliza.

Salud y bienestar

Elina Esquivel nació en Corrientes y lleva adelante su emprendimiento Arandú artesanías. “Arandú es una palabra guaraní y quería que mi emprendimiento tuviera algo muy mío, de mis raíces y me pareció que esta palabra era la más linda. Arandú quiere decir sabiduría, inteligencia, pero no fue solo por su significado que elegí este nombre sino también por su musicalidad, por cómo sonaba la palabra, tenía una lista de nombres y así surgió”.

En sus comienzos empezó produciendo prendas tejidas para el verano como bikinis, tops, shorts, y de a poco fue entrando en el mundo de la decoración y se dedicó a eso. Produce todo para el hogar, telas mezcladas con tejidos y bordados, desde manteles, mantas para juegos de livings, tejidos, pie de camas, individuales, mantas de lana, juegos de toallas, portacosméticos, caminos de mesa bordados, agarraderas, atrapasueños, bastidores bordados, almohadones, bolsos tejidos y bordados, amigurumis, hasta alfombras. En Instagram figura como @aranduartesanías.

Elina cuenta que con su marido trabajaban en una empresa multinacional: “Nos conocimos en Yacyretá, nos casamos ahí y tuvimos a nuestro primer hijo, después nos trasladaron a Ushuaia, donde nació el segundo”. Luego, volvieron a Corrientes y después vivieron en Buenos Aires. Rosario llegó como destino en 2018 y finalmente se asentaron en la ciudad. “Me detectaron cáncer y fue muy importante que estemos todos juntos en la misma ciudad. El emprendimiento surgió justamente por esta situación. Fue idea de mis hijas que sacara provecho de algo que me gusta mucho que es crear con las manos y nació Arandú para ponerle color a los días grises. Porque llegar hasta acá no fue fácil”, cuenta.

“Emprender es terapéutico y maravilloso. Aunque para mí no fue solo algo terapeútico para ocupar la cabeza, si no que me di cuenta que podía crear con mis manos y poner mi energía en esto. Supe que lo que se refiere a decoración me gusta muchísimo. Es algo precioso”, dice.

Sobre participar en las ferias, Elina contó que empezó participando en ferias privadas porque no sabía que el municipio trabajaba con los emprendedores. “Un día un amigo que es emprendedor me dice que me comunique con la municipalidad para hacer el curso del ABC. Lo hice, me encantó, super recomendable para todos quienes quieran emprender, además se creó un clima hermoso entre quienes participamos. Y después empecé con la feria”.

“Realmente es precioso feriar, se crea un ambiente tan especial y particular, todos hablamos el mismo idioma a pesar de no conocernos, nos compartimos datos para mejorar nuestros emprendimientos. Todos nos ayudamos y todos nos queremos aunque no nos conozcamos, tenemos un afecto muy particular, nos defendemos y cuidamos los stands de nuestros compañeros, es un compañerismo hermoso”, señala.

Para Elina este emprendimiento es salud y bienestar. “Es ocuparme la cabeza en algo, poder trabajar estando en mi casa me permite manejar mis tiempos y trabajo desde que abro los ojos hasta que los cierro, a veces estoy en la cama y sigo tejiendo. Le dedico mi vida y también toda mi familia está implicada, porque a la hora de llevarme a las ferias, a comprar insumos, me ayudan a trasladar las valijas, están siempre apoyándome y siendo parte de esto. Todos somos Arandú en casa”, finaliza.

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