¿Podremos ser más fuertes de lo que creemos?
¿Podremos ser más fuertes de lo que creemos?

¿Podremos ser más fuertes de lo que creemos?

Para vivir en este mundo hay que ser fuerte porque la adversidad puede tocar nuestra puerta. El dolor, un fracaso, una ruptura sentimental pueden llegar a hacernos tambalear, salvo el caso que tengamos cierta fortaleza interior que podríamos llamar “resistencia espiritual”.

Nunca me puse a pensar que el mundo fue hecho lleno de dificultades y problemas para despertarnos, para que desarrollemos nuestros sentidos como seres humanos, tal como Dios nos creó. Si analizamos todas las situaciones que en la vida se nos pueden presentar, llegaremos a la conclusión que tal vez somos más resistentes de lo que creemos. Estoy seguro que toda fortaleza que se necesita para afrontar cualquier dificultad, la llevamos dentro porque la naturaleza nos proveyó de ella para salvar todo obstáculo que se deba enfrentar en el transcurso de nuestra existencia.

¿Cuántas veces pensamos que la vida parece mas dura de lo soportable? ¿Cuántas veces nos preguntamos cuál es la causa de nuestros problemas? A veces es más fácil echarle la culpa a un tercero, la mala suerte o alguna fuerza superior.

Cuando uno es débil y cae derrotado, seguro que fuimos derrotados mentalmente, nos hacemos la idea que es un fracaso que no teníamos en cuenta y se nos hace muy difícil triunfar si no contamos con ayuda.

Cuando tenía once años y cursaba uno de los últimos años de la educación primaria, me puse a llorar porque no podía encontrar respuesta real a un problema que la maestra nos había dado. Esta maestra, una señora de gran cuerpo y fuerza, me tomó de la solapa del guardapolvo y me dio dos fuertes sacudones que me hicieron reaccionar para que dejara de llorar. Pero lo que más me impactó fue lo que me dijo: “¡Mirá Luisito! Quiero que sepas que una de las principales finalidades de la educación es hacer hombres de verdad”.

Si bien es cierto que ese procedimiento dejaba algunas marcas en el cuerpo, no eran más pequeñas las que dejaban en el espíritu. Siempre recuerdo cuando ella pedía silencio y se hacía silencio de tal manera que no se oía ni la respiración del alumnado. Hoy podemos agradecer todo cuanto esta señora hacía por nosotros ya que nos educó de tal manera, puso tanto empeño en que aprendiéramos, que se merece este recuerdo.

Tengo la impresión que para poder a ser alguien en esta vida, una de las verdades mas sencillas que se aplica a cualquier situación es que para llegar a la meta hay que marchar sin desmayar. Puede ser que al principio no encontremos toda la energía necesaria y tampoco las soluciones pertinentes, dado que nuestros músculos se hayan ablandado por falta de ejercicio o negligencia, pero no debemos quedarnos estáticos ni vacilantes; sino fuertes, resueltos y dispuestos a la lucha.

Nunca dejemos de pensar que todo hombre posee la fortaleza indispensable para ser optimista. Tengamos en cuenta que con la voluntad y las ganas; cuando nos ocurra algo ya sea por miedo, pecado o un embuste, se puede transformar en una alegría que puede ser contagiada al núcleo familiar y completar un merecido momento feliz.

Esta actitud mental se debe arraigar en lo más íntimo de nuestro ser y con la convicción que poseamos en nuestro interior una fuente de energía que en todo momento nos ayudará a vivir con dignidad y recato, pero por sobre todo con el respeto necesario hacia toda la comunidad que nos rodea. Tengamos en cuenta que no existe un fracaso que al final del día no pueda borrarse como se borra lo que escribe un niño en un pizarrón. No nos olvidemos que cada día es una nueva creación y que nosotros maduramos gracias a los fracasos.

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