Primer paso en Santa Fe para la reforma política
La iniciativa sugiere limitar al dos por ciento el presupuesto que se destine al funcionamiento de estos organismos, pero la decisión final quedará en manos del propio cuerpo. También se pretenden blanquear los datos de los empleados con la publicación en internet del nombre y el sueldo que percibe el personal político. Los concejos de segunda categoría (a partir de seis miembros) podrán sumar un nuevo edil recién a partir de los 40 mil habitantes. De convertirse el proyecto en ley, se eliminarán 49 bancas de concejales en todo el territorio santafesino. Rosario perderá 21, Santa Fe 10, Santo Tomé 2, Villa Gdor. Gálvez 2, Villa Constitución 2, Venado Tuerto 1, San Lorenzo 2, Cañada de Gómez 1, Reconquista 1, Rafaela 2, Capitán Bermúdez 1, Casilda 1 y Esperanza 1.
La propuesta fue resistida de manera unánime por concejales de toda la provincia, sin distinción de color político. También la rechazaron los diputados de la oposición, que denunciaron el cercenamiento de la representación de las minorías y cuestionaron la falta de consenso sobre el tema.
Pero los legisladores del oficialismo, que acusaron a los ediles de “estar defendiendo sus propias quintitas”, impusieron su número y convalidaron el mensaje del Poder Ejecutivo. Sólo resta ahora la aprobación en el Senado, donde el peronismo, con su mayoría absoluta, promete convertir la sanción en un mero trámite.
Para el potencial candidato presidencial no está mal exhibir la decisión de haber bajado a la mitad el gasto en los Concejos. Pero los “reformistas” pretenden llegar hasta el hueso. Esteban Borgonovo, el hombre que conduce el Ministerio de Gobierno, aspira al mérito de ser recordado como “el ministro de la reforma”.
Por eso ya redactaron otro proyecto que permitirá la habilitación de candidaturas independientes y la elección de concejales por circunscripción a través de un sistema mixto.
El “ajuste de cinturón” alcanzaría en otra etapa a la propia Legislatura y como gran desafío se reserva la posibilidad de avanzar sobre el actual sistema electoral.
La permanencia de la tramposa Ley de Lemas es la crítica más severa de la oposición hacia Reutemann. Todos están convencidos de su tergiversación, pero nadie olvida sus conveniencias.
Su derogación es un tema que divide las aguas en el peronismo de la provincia. Y ninguna decisión será adoptada sin tener en cuenta el mapa de las futuras elecciones provinciales. Sin la figura fuerte de Reutemann como candidato -aunque no acepte correr la carrera presidencial, la Constitución no permite su reelección-, el hombre más potable que aparece en escena para el PJ es Jorge Obeid. Pero él sabe que su primer mandato fue posible gracias a la Ley de Lemas y no olvida los avatares que debió padecer por acceder a la gobernación con menos del 30% de los votos.
En frente, el radicalismo reflexiona que ya no podrá volver a la desgastada y recurrente figura de Horacio Usandizaga. Intenta alinear sus múltiples fracciones internas, mientras unos pocos alfonsinistas lamentan la renuncia de su líder. Y tímidamente empiezan a apuntar su mirada hacia el actual senador por Rosario, Alberto Beccani. Es usandizaguista, pero con una imagen conciliadora y de transparencia, que podría seducir a más de un disidente.
De todos modos y sin pensar todavía en las futuras alianzas, el peronismo analiza que la mayor amenaza electoral puede provenir esta vez del socialismo. El sector que expone a Hermes Binner como máximo referente, termina de alinearse con la fuerza de Elisa Carrió. El encolumnamiento asusta al peronismo. Si en el arco opositor no aparece otro candidato fuerte, la figura del actual intendente de Rosario puede ser un riesgo para la gobernación.
Por eso, el gobierno y el peronismo medirán sigilosamente cada paso que determine el futuro del sistema electoral actual. Saben que pueden especular con el éxito del candidato que sea bendecido por Reutemann, pero preferirán no dejar margen al error, más aún cuando es sumamente incierto el tiempo con el que contarán para fabricar candidatos y hacer campañas.