Santa Fe también tendrá ruletas
Ruleta de casino Crédito: Foto Archivo
Política
21 de enero de 2004

Santa Fe también tendrá ruletas

La polémica por escuchar o no el ruido de las ruletas y de los tragamonedas en la provincia se consumió prácticamente el año. Lo que para los autores del proyecto constituía una llave para potenciales inversores era para otros, poco menos que un pecado.

Las disidencias políticas fueron superadas por cuestiones dogmáticas, religiosas, ideológicas y hasta familiares. Como pocas veces, radicales y peronistas estuvieron de acuerdo en el proyecto y por eso fueron Mario Esquivel (PJ) y Miguel Basaldella (UCR) quienes lo redactaron.

Pero en la Cámara de Senadores, el propio presidente de la bancada oficialista, Julio Gutiérrez, ejerció un rechazo a ultranza de la iniciativa. Debe reconocerse, eso sí, que su conducta fue siempre coherente, a tal punto de abstenerse en el momento de votar. Pero mientras tanto, se esforzó por hacer primar su postura personal -muchos la ligaron a la negativa que también formalizó el Arzobispado de Santa Fe- por sobre lo que pretendían el resto de sus pares. Muchos de ellos, en realidad, también ensayaban un discurso fuera de micrófono según el cual no era el momento social y económico adecuado como para abrir las puertas a una ley que dicho vulgarmente, legaliza la timba en la provincia. Pero superado ese argumento, todos aceptaban la iniciativa.

La ley votada la semana pasada dejó en el camino muchas pretensiones de los diputados. El proyecto original contemplaba la instalación de cinco casinos y 39 bingos, todos con tragamonedas. Sin embargo, la presión de los senadores llevó a sancionar una norma que autoriza tres casinos (uno en Santa Fe, otro en Rosario y el restante en la zona de Melincué), sólo dos bingos en el departamento Rosario y uno más en el departamento La Capital, prohibiéndose en estas salas la incorporación de tragamonedas.

Esas máquinas de azar automáticas, como las define la ley, fueron el escollo que más dividió las aguas entre ambas cámaras. Los senadores no las aceptaban en el interior y los diputados insistían en anexarlas. Lo cierto es que dichos dispositivos representan la principal atracción y la mayor fuente de ganancia de toda sala de juego. Con este dato resultaba poco probable que alguien quisiera desembarcar con una inversión millonaria para instalar un casino, cuando con muchos menos recursos podía obtener ganancias similares o importantes radicando apenas una sala de bingo.

Para dirimir la cuestión, los números fueron elocuentes. A modo de ejemplo, el senador Alberto Beccani (Rosario-UCR) reveló que el casino de El Tigre cuenta con 70 mesas de ruleta pero 1500 tragamonedas; el Casino Flotante, 70 mesas de juego pero 600 tragamonedas, y el de Las Vegas, 4800 ruletas y 150 mil máquinas de azar automáticas. Por esto en la provincia, las tragamonedas también estarán sólo en los casinos.

La explotación de bingos y casinos se determinará a través de licitaciones públicas nacionales e internacionales. Para los primeros la concesión será de diez años y de treinta en el caso de los segundos. Quien quiera operar un casino deberá garantizar, además, la promoción de políticas turísticas, la construcción de un hotel y de un centro de convenciones.

Sólo podrán ingresas a estas salas mayores de 18 años de edad. El 80 por ciento de la mano de obra contratada deberá ser local. El 70 por ciento de las ganancias se destinará a fines sociales establecidos en la Ley 5110. El resto se repartirá para turismo, minoridad, bomberos voluntarios, dispacidad, donación de órganos, municipios y comunas.

A diferencia del resto de los juegos que hoy son explotados en la provincia -Quini Seis, Lotería, Quiniela-, el Estado dejará de tener el monopolio en casinos y bingos. Legisladores de la oposición cuestionaron este aspecto y reclamaron que la provincia se quede con la banca. Pero la observación no logró ser plasmada en la ley. Ello hubiera garantizado un mejor control y evitado el tan temido y denunciado lavado de dinero.

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