
Una huella viva del río Salado en Santa Fe: la leptospirosis
Ha pasado un mes de la retirada de las aguas del Río Salado de la zona oeste de la ciudad de Santa Fe, sin embargo, sus huellas persisten en los hogares, en los barrios, en los rostros y en los cuerpos de más de 130.000 afectados. El “retorno a casa”, que no debe convertirse en abandono y olvido, sumergió a la población damnificada en un territorio impregnado de olor y color salado, en un verdadero foco infeccioso y amenazante para la salud.
No resulta extraño entonces, encontrar que en medio de condiciones sanitarias desfavorables caracterizadas por una atmósfera hostil, con agua estancada y basura multiplicada, el número de enfermedades endémicas aumente a un ritmo inusual. Así, podemos observar cómo la cantidad de enfermos de leptospirosis durante 2002 alcanzó un total de 35 casos en la ciudad, mientras que, hasta el 23 de Junio de 2003 los casos confirmados son 116 ( los datos no incluyen los que están siendo analizados en laboratorios ni los pacientes en estudio por presentar el cuadro sintomático) según informó personal de la Zona V del Ministerio de Salud de la Provincia a El Cronista Regional.
La lectura y análisis de los datos lleva inevitablemente, a establecer la relación existente entre las condiciones ambientales y la posibilidad de contraer la enfermedad.
La enfermedad
La Organización Mundial de la Salud señala que la leptospirosis es una enfermedad producida por la bacteria leptospira y transmitida por ratas, gatos, perros, caballos y cerdos. El contagio se produce por zoonosis: de los animales al hombre, por contacto indirecto, ya sea cutáneo o de mucosa, con la orina del animal en arroyos, barro, charcos, ríos, zanjas y basura. Es rara la transmisión de persona a persona.
Se caracteriza por ser una enfermedad frecuente en la Argentina (las estadísticas señalan que se produce un promedio de “40 casos anuales”). En épocas de lluvia y de inundaciones aumenta significativamente el contacto de las leptospiras con las personas. Por ejemplo, la acumulación de agua contaminada enferma a los seres vivos que beben o se mojan con la misma. Los roedores (que tienen de 50 a 80 crías por año), son los mamíferos más prolíficos y representan una plaga difícil de combatir. La numerosa descendencia es su única arma para defenderse (por demás eficaz) y garantizar la subsistencia. Anidan en terraplenes, en las costas del río, en terrenos baldíos, en cloacas o galpones, y las cuevas están comunicadas entre sí como angostos laberintos.
Todo hace suponer que el incremento de infectados de leptospirosis en Santa Fe es provocado principalmente por la catástrofe hídrica, situación agravada por las condiciones socioeconómicas en que habitan los “inundados” y la ineludible responsabilidad estatal para revertirlas. El reclamo de la población aumenta para exigir la inmediata y efectiva intervención del gobierno a fin de promover las acciones tendientes a lograr el saneamiento ambiental de las zonas de riesgo, y de la ciudad en general, para disminuir la propagación de la enfermedad y mejorar las condiciones de vida de la castigada población santafesina.
Por Pilar Guala.