
Una mujer en el difícil escenario de la vida
“Cuando a uno lo convocan para esto se pregunta, ¿sabré, no sabré, podré?” comienza reflexionando Iris de Gazzano en diálogo con El Cronista Regional. La frase demuestra la sencillez y humildad de quien -según podemos interpretar- es la historia viva del teatro en Elisa.
A los 15 años comenzó en el grupo de teatro del pueblo dirigido por Víctor Pivato y Emilio González. Y la obra “Sisebuta dictadora” es su primer gran recuerdo en la conversación que permite repensar la labor teatral en la localidad y su postergación por muchos años. Desde esa presentación en 1970 hasta la obra “Al fin solos” (dirigida por Víctor Pivato y escrita por Esther Scalerandi) en 1990, no hubo teatro en el pueblo. “Nunca nadie volvió a tomar la iniciativa que tanto cuesta lograr. Todos sabemos que en los pueblos se dice: ‘a no, si está fulano, yo no voy’. Cuesta reunir a un grupo” insiste Iris.
En ese sentido, destacó la importancia que tuvo la presentación de la obra “¿Una carta?…¡Una carta no!” en marzo de 1999 con 16 personas en escena.
Ese momento representaba la vuelta de Iris al teatro y un impulso definitivo para que la actividad continúe hasta hoy en la localidad. “En ese entonces reuní a un grupo de personas para presentar la obra “Adiós, adiós Ludovica”, que finalmente no se adaptó al grupo y no se preparó”. Posteriormente, Margarita Tschagge escribe “¿Una carta?…¡Una carta no!”, “que nos pareció muy buena” recuerda Iris detallando que unas 400 personas concurrieron a la presentación.
A partir de allí el grupo Amigos del Teatro tomó fuerza pero por diferencias entre dos de sus integrantes, se dividió y se formó otro grupo llamado Armonía.
A pesar de los abatares de la vida, los maltratos de cierta gente hacia su persona, los celos y la envidia, Iris nunca bajó los brazos. Ayuda a los dos grupos, a pesar que ya surgieron pequeñas disputas que no alcanzan a empañar la permanente labor de esta mujer. En este presente, ya sembró una nueva semilla que germinará el año que viene a modo de sueño, cuando presente por fin “Adiós, adiós Ludovica”.
Iris está entusiasmada y convencida de la obra: “Mucha gente del pueblo se verá reflejada e identificada. La obra tiene una gran actualidad y un contenido muy rico”. Pertenece a 1946, ha sido escrita por Lermo Balbi y está basada en la historia real de una pareja de inmigrantes. Iris rescata un pasaje: “Hay una parte que dice que (los campesinos) miraban con gran asombro a la gente de la ciudad o de los pueblos, y dejaban todo lo que tenían en el campo y se iban a los pueblos. Pero todo terminaba en un caos, porque el lugar de ellos era el campo, donde trabajaban la tierra”.
Antes de presentarse “¿Una carta?…¡Una carta no!”, se vivió un momento muy particular. “La noche del 9 noviembre de 1998, les dije a todos los integrantes del grupo: ‘chicos, la obra se va a hacer, aunque sea lo último que haga en mi vida’. Al día siguiente, todo el pueblo decía: ‘Iris Gazzano está internada y se muere’. Me llevaron a Santa Fe y estaba en manos de Dios” recuerda con lágrimas en los ojos. Y ahí lo increíble de esta historia de vida: Iris llegó a estar en estado de coma por un derrame cerebral y quedó hemipléjica. En ese contexto, hacía un año que su marido había fallecido.
“Unos días antes de Navidad -relata- Margarita, quien escribió la obra y que además era mi kinesióloga, me dice: ‘vos ya podés ir al teatro. Vas en silla de ruedas y ves la obra’. Cuando observé la obra me reí como nunca y todos me demostraron su alegría al verme volver”. Finalmente, la presentación de “¿Una carta?…¡Una carta no!” en marzo de 1999 contó con la presencia de Iris en el saludo final con un cerrado aplauso del público.
Pasado, presente y futuro de una mujer que revivió gracias a un estímulo espiritual que llegó desde el escenario teatral, ese que tan bien conoce después una larga experiencia con momentos muy duros sobre las tablas de la vida.