Una palabra, un gesto, una muestra de humanidad
Una palabra, un gesto, una muestra de humanidad
Opinión
21 de enero de 2004
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Una palabra, un gesto, una muestra de humanidad

Cuando una administración deshecha lo más preciado de una sociedad, la vida de sus habitantes, debe ser juzgada como corresponde.

La ruta nacional 168 es, como su nombre lo indica, de jurisdicción nacional. Eso está claro. Pero ello no habilita al ministro de Obras y Servicios Públicos de Santa Fe, Ing. Edgardo Berli a confesar a un medio gráfico (al llegar al lugar de la tragedia) estar “sorprendido” y, a continuación, admitir que “lo estábamos esperando, esto era cuestión de tiempo”. El funcionario agregó que “esto estaba pensado, y justamente la otra mano que hoy nos está aliviando la situación estaba hecha pensando en que esto iba a pasar”.

Una pintura que muestra en su más cruda imagen la postura del gobierno del señor Reutemann. No le interesan los muertos. Y si esto no alcanza, están en la larga lista de la ruta 168 los 12 fallecidos en Colastiné en enero de 1999. Y si de muertos estamos hablando, aun estamos esperando una palabra (aunque sea una) del ex corredor sobre los muertos de la represión policial de diciembre de 2001. La primera reacción ante las imágenes de la tragedia del jueves pasado fue solicitar un pedido de informes sobre la responsabilidad del área provincial en el control de las rutas que atraviesan nuestro territorio, pero pasadas las horas y ante el cúmulo de barbaridades que iba conociendo sobre el desempeño de las autoridades nacionales y provinciales en el tema que nos compete decidí que circunscribir esta situación a un simple pedido de informes que, por otra parte, ya se encargarán de solicitar la mayoría de mis colegas, y que como todos los pedidos hechos a esta administración nunca será respondido, no valía la pena, sí lo es solicitar un único pedido al gobernador Reutemann: Como ciudadano común me gustaría ver que alguna vez usted o sus funcionarios se hicieran cargo de la responsabilidad que les cabe en los desaciertos que han abundado en su gestión y que, por alguna cuestión de mucho peso no han trascendido hacia la ciudadanía. En la política argentina es muy común aprovecharse de algunos acontecimientos para desacreditar o minimizar acciones y personajes. Es casi saludable que ello suceda. Pero en esta oportunidad estamos hablando de una tragedia que se veía venir, según su propio ministro, algo que estaban esperando y es recurrente preguntar: ¿cuántos muertos esperaban esta vez? La provincia de Santa Fe está sin su presencia desde aquella fatídica visita a Olivos, de la que todos los santafesinos de alguna u otra manera tenemos un libreto de lo allí sucedido. Desde entonces estamos, o seguimos según como lo miremos, a la deriva. ¿No es hora de poner la cara, señor gobernador? Pero no quiero ver su cara con la excusa de los mediocres, que la culpa siempre es ajena. Quiero alguien que asuma sus errores y que actúe en consecuencia. Ello lo haría, quizás por primera vez, un ser humano normal.

Rafael Samardich-diputado provincial UCR.

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