
Cuidadores de ancianos
Cuidar es velar, es atenta vigilia, es serena imagen de amor. Todos somos responsables de que los ancianos encuentren el lugar que les corresponde en la sociedad. El cuidador de ancianos es parte del equipo de salud que concurre a su domicilio. Cualquier actividad es importante cuando uno la hace con amor.
Argentina Martínez, Noemí Acosta, Mercedes Aguirre e Hilda Galván pertenecen a un grupo de cuidadores. Participaron de cursos auspiciados por la Municipalidad de Laguna Paiva; además concurren a Santa Fe para perfeccionarse en distintos casos, como atender a personas no videntes.
Mercedes cuenta que a una de las abuelas, demasiado mayor, con hijos fallecidos y con una única hija viva y enferma, por lo que la familia no podía hacerse cargo, los médicos le daban un breve plazo de vida. Con la intervención de un familiar de Teresita, Mercedes la llevó a su propio hogar, donde su esposo también colabora en la atención. El tiempo pasó, la abuela cumplió 103 y 104 años en el seno del hogar de Mercedes, donde la visitan los familiares. La única voz que reconoce Teresita es la de Mercedes y sólo a ella responde. Mercedes relató a El Santafesino sobre la depresión provocada en ella cuando en 2004 falleció de repente su mamá, acompañada de su perrito. Angustia y lágrimas, un día sintió la presencia de la ausente querida y las fuerzas de ayudar, gratificar, dando afecto y atención a abuelos que necesiten protección.
Argentina visita a tres abuelas, una de 83 años, otra de 80 y la más pequeña tiene 79. Comentó Argentina que la abuela de 83 teje mucho, tejió carpetas redondas para souvenir de su cumpleaños que festejó en tres etapas. Argentina las acompaña al médico, esperó en la sala rezando hasta que una de ellas salió del quirófano. Organiza los horarios de atención pero cuando la necesitan no importa el horario, a veces las necesidades son miedos o el simple deseo de ser escuchadas repitiendo quizás un mismo relato. Argentina también recuerda a su mamá. Era salteña y deseó terminar sus días en su lugar de origen.
Hilda comparte la atención a su mamá con la de los abuelos que se encuentran en el “Micro de Viviendas de la Tercera Edad”. Apoya al personal de enfermería, cubre horas de soledad brindando compañía; los ancianos la llaman por sus gestos solidarios, fundamentalmente trata de difundir lo aprendido integrando a la familia que necesita aprendizaje y apoyo. También atiende a una abuela que está casi ciega. Con la ayuda de la Municipalidad local está tramitando un trasplante de córnea por PAMI, que se realizará en Rosario, por lo que la abuela necesitará compañía para el traslado y estadía. “Sueño con llevar a los abuelos a pasear una vez al mes. Tener un espacio para que realicen sus aprendizajes”, dijo Hilda.
Noemí atiende cuatro abuelos. Dos tienen familiares y dos se encuentran en el Samco de la ciudad. Uno está lisiado. Tienen 76 y 87 años, a uno le gusta mucho leer, tema que lo entretiene sobre manera. Se han encariñado con Noemí, quien, en una manera atrevida (por atreverse a hacer) consiguió con ayuda de otros, elementos esenciales que los abuelos necesitaban. Noemí perdió a sus padres hace tiempo, es cuidadora desde hace nueve años y lo siente como una vocación unida a la lucha por los derechos y calidad de vida para el anciano.
El 21 de agosto concurrí invitada y acompañada por este grupo de cuidadoras de Laguna Paiva, a una charla de capacitación en ATE Santa Fe. El tema fue “El Arte y el Adulto Mayor”, siendo los disertantes el director provincial de la Tercera Edad, Diego Preziuzo, Lito Medina (actor) y Gabriela Birri. Expresiones que tratan de emociones, el arte de expresar en el plano de la salud con ancianos como protagonistas, aprovechando como material las historias que cuentan, produciendo teatro, aportando un capital cultural donde el anciano juega el rol de que lo cuiden, reeducando las emociones del contexto y realidad.
Gabriela lleva cine a los hogares, trabaja en parte de ayuda. “Cada película tiene su ocasión, ayudando al anciano y la familia, compartiendo con ellos, comentando las mismas. Les aseguro que me voy con el corazón hinchado de emociones”, dijo Gabriela.
Otilia (madre de Plaza de Mayo), con 87 años de edad recién llegada de Cuba, contó de sus luchas y que a los 82 años aprendió a leer y escribir, con una sentencia “hasta el final de nuestros días estamos aprendiendo”.