
El círculo vicioso de la economía argentina
Rapoport integra del Instituto para el Modelo Argentino. En su libro “Historia económica, política y social de la Argentina”, texto de referencia en las Facultades de Economía, Rapoport explica el círculo perverso que llevó al país a su situación actual de endeudamiento, iliquidez y parálisis. Puntualiza que durante la segunda mitad de la década del 70, los bancos internacionales orientaron su estrategia de expansión del crédito hacia los países subdesarrollados, especialmente hacia los de América Latina. Sin embargo, la actitud de los países tomadores de crédito fue diferente. En el caso de Brasil, orientó los préstamos hacia el sector productivo. En tanto, en Argentina los dineros captados se destinaron a la especulación.
Según el autor, un análisis no muy riguroso “permite concluir que por un lado, existieron altos funcionarios que, desde la época del proceso hasta la actualidad, instrumentaron políticas de las cuales ellos mismos serían beneficiarios económicos. Instrumentaron políticas que les permitiría reunir activos patrimoniales personales y transferirlos al exterior”.
En el mismo marco, mediante prácticas especulativas, muchas empresas obtuvieron préstamos de bancos extranjeros que luego pasaban a pesos, realizaban ganancias por la tasa de interés nominal interna, cerraban el circuito reconvirtiendo a dólares, que eran sacados del país y depositados en un banco extranjero, con lo que obtenían un nuevo crédito en dólares, garantizándolo con el depósito, repitiendo una y otra vez la operación.
Varios especuladores que ya habían cancelado hasta el 50 por ciento de sus créditos en el exterior, no lo habían declarado en Argentina, debido a que una parte de esas deudas estaba garantizada por el Estado. Finalmente, con el seguro de cambio de junio de 1981, el BCRA cubría el repago de estos créditos externos privados. “Como podemos observar, la Argentina hipotecó su economía, y dentro de ella, el aparato productivo, que le podía haber permitido levantarla”, concluye el autor.
Para Mario Rapoport, el país se desenvuelve en un círculo vicioso, que tiene como epicentro la deuda externa, y como círculos concéntricos, la corrupción la complicidad de la banca y de los grupos de poder, “y como epitafio, la hipoteca de los derechos argentinos, tanto económicos como inmateriales”.
En una entrevista realizada por un medio nacional en agosto, el docente y escritor sostiene que luego, durante la década del 90, el menemismo aglutinó y representó el nuevo tipo de alianza entre clases sociales antes antagónicas. Así pudo imponer, con apoyo popular, el proyecto económico neoliberal devastador que estamos padeciendo desde comienzos de los 90. El economista describe la ruptura entre el aparato político y la ciudadanía y al preguntarse si el duhaldismo representa alguna diferencia, señala que la variante fue sólo discursiva pues planteó pasar de la alianza con el sector financiero a otra con el sector productivo. “Pero lo que iba a ser un proyecto de recuperación de la producción industrial se transformó en una escandalosa transferencia de ingresos a las grandes empresas mediante la ‘pesificación’ asimétrica de las deudas y depósitos bancarios afectados por la devaluación”.
En este contexto, el economista, rescata el protagonismo popular que existe en el país a partir de diciembre del año pasado “todo lo que generó el campo popular es ganancia, significa un inmenso progreso para aquellos que queremos quebrar la hegemonía neoliberal. Se abrieron nuevas alternativas pero son insuficientes todavía”.
Para este especialista, actualmente se plantea un sano antagonismo en la forma de hacer política “porque nadie podrá llevar acabo un programa de gobierno desde atrás de un escritorio. Quien sea que gane las elecciones deberá articularse con otras fuerzas sociales y construir una nueva forma de poder político apelando al protagonismo social”. El poder político ya no es representativo, no surge sólo del voto. “Hoy es más importante cómo construimos poder para correr el margen de lo posible que afinar las ideas”.
En el mismo marco, considera que es imposible construir un proyecto individual sin articular un proyecto social. “Estamos en un cambio de época, pero no porque aparezcan los signos ideológicos de esa nueva época, sino porque cambia la agenda. Debemos discutir mucho menos a quien votamos para plantear dónde, con quién y cómo participamos. Ese es el gran desafío”. Consideró que hay gente que lo está entendiendo así.
Rapoport no se quedó en describir por qué llegamos al estado de miseria actual. El “Plan Fénix” propone, entre otras cosas, la necesidad de establecer una moratoria en el pago de la deuda, así como aumentar el nivel de exportaciones y generalizar el seguro de desempleo.