José Gabriel Brochero, el apóstol de la fe cristiana
Payasitos elaborados en Santo Domingo Crédito: El Cronista Regional

José Gabriel Brochero, el apóstol de la fe cristiana

Fue el cuarto hijo de Doña Petrona Dávila y a el le sucedieron seis hermanos más en ese clima propicio para la meditación, donde su madre con voz fervorosa y santa le hablaba de Dios en la oración, enseñándole al pequeño los preceptos de la Iglesia.

Pronto comenzó a colaborar con el cura párroco en la enseñanza de la doctrina y el 5 de marzo de 1856 ingresó al pensionado de Loreto, en la ciudad de Córdoba, ordenándose como sacerdote el 4 de noviembre, dando su primera misa el 10 de diciembre.

En 1867 pasó a desempeñarse como capellán del coro, visitando ese mismo año a su pueblo natal el cual fue castigado por una epidemia de cólera. El joven sacerdote llegó a cada enfermo con su palabra de aliento y con ayuda económica si era necesaria.

A los pocos días de su estancia en Santa Rosa murió su padre y su madre quedó paralítica, pareciendo que su destino fuera mirar al mundo a través de las lágrimas. Posteriormente, el 24 de noviembre de 1869 Brochero partió hacia la Villa de San Pedro, en el departamento de San Alberto donde ejercería su profesión.

Después de tres días de marcha a lomo de mula, llegó a la capilla de San Alberto encontrando a la misma en un estado deplorable, siendo sus paredes de adobe y su techo de paja, comenzando el mismo a construir su propia iglesia con ladrillos que cortó y quemó.

El 15 de agosto de 1875 colocó la primera piedra para la construcción de la casa de ejercicios en Villa del Tránsito, la cual estaba compuesta de un colegio interno, capilla y residencia para misioneros, albergando la misma a más de 70 mil personas.

A los fines precedentes, también construyó caminos, escuelas, obras hidráulicas y estimuló la agricultura y ganadería. El sueño de este visionario era lograr la construcción de un ramal ferroviario que uniera las localidades de Villa Dolores con Soto, Nonos, Tránsito, Salsacate, San Carlos y La Higuera, ya que consideraba que los ferrocarriles eran una columna vertebral de toda obra de proyección, razón por la cual gestionó una partida de dinero al Senado de la Nación el 19 de septiembre de 1905, la cual fue aprobada por un monto de cien mil pesos para la construcción del citado ramal, según Ley 4872.

Brochero, al enterarse de la noticia, manifestó: “no quiero morir sin tocar los rieles”. La obra que llevó a cabo el padre Brochero, con la ayuda oficial, fue en base a su inteligencia, perseverancia y astucia sumada a su gran habilidad para convencer.

En 1908, ya casi ciego y enfermo de lepra, por insinuación de las autoridades eclesiásticas que tenían conocimiento de su enfermedad, renunció al curato para vivir en una humilde habitación que le concediera su hermana Rosa en Villa del Tránsito donde falleció el 26 de enero de 1914.

Con la humildad de los grandes y la resignación de los santos, no pudo realizar más obras a favor de los que sufren.

Referencias bibliográficas:

-Revista del Directivo Ferroviario.

-Artículo: José Gabriel Brochero. Autor: Delfio Livio Roval.

Por Baltasar Torres

Desde Laguna Paiva

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