
La importancia económica de los microemprendimientos
En casi todos los países del mundo, más del 90% de las empresas son MIPyMEs. Estas generan más de la mitad del empleo y una fracción algo menor del producto nacional. En muchos países representan el sector más dinámico de la economía, brindando un relevante componente de competencia, así como también de ideas, productos y trabajos nuevos. Casi toda empresa privada grande en el mundo comenzó como una MIPyME.
En nuestro país, según los datos del Censo Económico de 1994 (último realizado en el país, el cual sistematiza la información de 1993), las MIPyMEs representan el 99,7% de los locales, el 80,6% de los ocupados y el 70,8% del valor agregado.
Como puede comprobarse, las MIPyMEs generan la mayor parte del empleo y del valor agregado en los diversos sectores de la economía. Sin embargo, estas cifras subestiman la contribución real de las MIPyMEs al empleo y la producción, porque los datos oficiales no tienen en cuenta la incidencia de la actividad informal.
El valioso papel desempeñado por la pequeña empresa en el proceso de desarrollo económico no se agota allí. Su actuación ha evidenciado ser relevante en la dinamización de la estructura productiva, el progreso tecnológico y el desarrollo social. Puede afirmarse que, en general, las pequeñas y medianas industrias son altamente intensivas en mano de obra, flexibles ante cambios en los mercados y tecnología, eficientes desde el punto de vista energético y capaces de aprovechar habilidades y materiales locales. Además, colaboran en la construcción de un sistema de ingresos más equitativo, a una mayor tasa de ahorro y reinversión, a la integración de la industria y al fomento del espíritu empresarial.
Definición y características de las microempresas
Pocas cosas son más complejas de precisar que los conceptos de micro, pequeña y mediana empresa. La innumerable cantidad de definiciones presentes tanto en los marcos legislativos como en las resoluciones dictadas por organismos oficiales, generan confusión y tornan muy difícil la posibilidad de delimitar con claridad y en forma objetiva este fenómeno.
No se tiene la intención de hacer en este breve espacio una exposición exhaustiva de los diversos criterios existentes. No obstante, para que el lector pueda tener una idea general sobre tema, se van a mencionar alguna de las principales pautas clasificatorias.
En primer lugar, los criterios pueden dividirse en dos grandes grupos: cuantitativos y cualitativos. Los criterios cuantitativos son los más comúnmente empleados y entre sus ventajas se pueden mencionar su precisión terminológica y su facilidad de comparación al referirse a cifras homogéneas. Como desventaja principal debe señalarse su incapacidad para describir adecuadamente la realidad económica. Los ejemplos más representativos de este tipo de criterios son el número de empleados, el monto de facturación anual y el valor del capital social, entre otros. Cabe señalar, que estos criterios de categorización no sólo están sujetos a permanentes redefiniciones, sino también que la relatividad de los mismos en función de factores como el tecnológico por ejemplo, que puede plantear un bajo nivel de ocupación y un alto valor de ventas, lleva a los especialistas a calcular coeficientes de clasificación.
Pero los criterios que describen más fidedignamente la realidad de las empresas PyME, y en especial de aquellas consideradas como microempresas, son los cualitativos. Los mismos hacen referencia a las formas de producción como los estilos de gerenciamiento, que en este tipo de empresas son esencialmente distintos a los que pueden observarse en las grandes empresas. Dentro de las características propias de la microempresas:
* No se produce una división plena entre trabajo y capital, tanto, por que el microempresario interviene activa y directamente (como un obrero más) en las actividades productivas, como, por la presencia de trabajo familiar no remunerado o sub-remunerado. La falta de tiempos reales por la multiplicidad de roles y de conocimientos gerenciales, por parte del microempresario, no permiten una conducción organizada de la empresa. En la pequeña empresa, en cambio, el empresario no participa en el proceso de producción.
* Falta división de roles y escasa división del trabajo en el proceso productivo, al desempeñar la mayor parte de los trabajadores más de una actividad. En la pequeña empresa, los operarios tienden a especializarse cada uno en una actividad.
* Utilización de instrumentos de trabajo manuales, a diferencia de las pequeñas empresas en que todas las actividades productivas se ejecutan con máquinas.
* El grado de formalidad y legalidad de la microempresa es parcial o inexistente. La pequeña empresa, por el contrario, paga impuestos, salarios mínimos y aportes. Como sostienen ciertos autores especializados en la materia, normalmente las firmas transitan de la informalidad a la formalidad como parte de su evolución natural.
Para caracterizar adecuadamente a PyMEs, es necesario recurrir a ambos tipos de criterios. Los criterios cuantitativos por sí solos no bastan porque las clasificaciones que surgen de su aplicación se basan en valores de corte tomados arbitrariamente. Es importante conocer también cuáles son las particularidades propias de este género de empresas para poder comprenderlas y, por consiguiente, elaborar políticas eficaces que tiendan a su desarrollo.