Nunca es tarde para aprender
Moda de alto nivel de la creadora Teresita Carmen Fantini de Sala, de Santo Domingo, Santa Fe Crédito: El Cronista Regional
Historias
Redacción
21 de enero de 2004
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Nunca es tarde para aprender

Nena cuenta con el apoyo incondicional de su familia: esposo, dos hijos y cinco nietos. Desde muy joven comenzó a coser ya que terminada la escuela primaria estudió costura en la Escuela Técnica de Humboldt.

Su vocación se vio favorecida al descubrir por medio de su esposo, un artículo publicitario sobre la apertura del Instituto de Roberto Piazza en la ciudad de Santa Fe, motivo que la llevó a cursar en el mismo, con el fin de lograr su objetivo de superación en lo que le gusta hacer.

El trabajo más importante que realizó hasta el momento, su orgullo, es “Fuego en la Nieve” (foto) que fue presentado en el Teatro Municipal en el Desfile “Génesis”, evento representativo de los cuatro elementos de la naturaleza (Fuego, Tierra, Aire, Agua). El vestido está confeccionado con un pollerín de 45 metros de tul, la falda de doce metros de tul de ilusión, el motivo de las llamas con gasa en color amarillo, rojo y negro, en forma de gotas y bordadas con tanza, tiene seis paneles con setenta lenguas de fuego cada uno más el del talle. Este modelo que marcó el éxito de la noche de fiesta resaltó aún más, unido a la belleza y elegancia de la señorita Cecilia Felippa, quien para orgullo de nuestro pueblo es postulante para la elección Miss Santa Fe 2002.

En noviembre del corriente año, Nena Sala participará de su Segundo Desfile junto a Piazza, denominado en esta oportunidad “Zoo”, inspirado en los animales de la naturaleza, donde presentará su diseño “La Grulla Real”.

Nena cursa actualmente segundo año de la carrera que en su totalidad se desarrolla en tres años e incluye entre otras las asignaturas diseño, francés, psicología, moldería básica, materiales textiles, organización de taller e historia. El trabajo de investigación que se presenta a continuación corresponde a la última materia mencionada.

Una historia

Retablo de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, perteneciente a la Iglesia de Santo Domingo: La historia de esta imagen comienza en el siglo xv, venerada en la isla de Creta donde un piadoso mercader la llevó para impedir la profanación por parte de los turcos, depositándola en la Iglesia de San Mateo en Roma, donde la colocaron entre las más milagrosas. Su culto allí duró unos trescientos años, hasta que a causa de la Revolución Francesa los padres agustinos, que la custodiaban, la llevaron a Santa Mariain-Posterula.

El 26 de abril de 1866 y a ruegos del padre Mauron, redontista, fue trasladada al templo de San Alfonso, en el Esquilino. La imagen es de factura bizantina y de rasgos semejantes a la Virgen de San Lucas y por el aticismo de sus formas pertenece a los primeros signos del Cristianismo. El redentorista Padre Mariscal la supone “copia auténtica de la gran Bodeguetria de Constantinopla”.

La Virgen

Aparece de medio cuerpo, pero con la actitud de quien está de pie. Viste túnica roja de mangas largas y ajustadas, manto azul marino y mantilla (maphorion) del mismo color. Esta parece tener guarnición interior de color verde, mientras en los pliegues, en los bordes y en los adornos, de color dorado sigue el estilo de la escuela cretense. La mantilla le cubre la cabeza y cae sobre los hombros y los brazos (como solían usar las mujeres), pero deja ver la cofia o velo de azul-celeste, con que oculta los cabellos y parte de la frente, y la túnica roja a la altura del pecho y de la bocamanga de la mano derecha. La escotadura de la túnica tiene un borde de oro con un broche en el centro. Sobre él se han colocado piedras preciosas. En la bocamanga de la mano derecha se ven dos galones dorados.

En la parte central de la cabeza y sobre la mantilla hay una estrella de ocho rayos rectilíneos, un poco más a la derecha se ve una cruz -estrella con núcleo azul y resplandor dorado.

La aureola circular de su cabeza tiene el punteado y la decoración floral típicos de la escuela cretense. Sobre parte de ella, lo mismo que sobre la del niño, se aprecian coronas metálicas de 1867. En la parte superior de este espacio y en la perpendicular de los arcángeles está en rojo la inscripción clásica de los íconos: MP OY, Meter Tbean Madre de Dios.

La Virgen de cabeza redonda y bella recuerda el tipo mariano bizantino. Desprende una mirada hierática y profunda, que no se dirige hacia el niño sino a quien la contempla. Los ojos grandes con las cejas fuertemente marcadas, la nariz alargada, la boca pequeña con labios suavemente cerrados y el color oscuro del vestido dan al conjunto de su figura una grandeza sacral que penetra profundamente en el espectador y en el misterio que ella misma parece contemplar.

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