Una luz para los necesitados
Es africana, vive en San Marco Sierra, provincia de Córdoba, donde posee su fundación. En ella da de comer a 1.600 niños y no sólo eso, sino que los ayuda con médicos, talleres, proyectos comunitarios y un sinfín de actividades que realiza día a día para todos ellos. Recibe donaciones de todo el país. Uno de los colaboradores es el entrenador de fútbol Carlos Bianchi.
Muchos la apodan “la otra madre Theresa”, una aparente exageración que deja de serlo cuando uno empieza a comprobar que esta mujer es el sol que cobija a tantos niños con necesidades.
Nació en Cabo Verde (Africa) y está en Argentina desde 1996. Vive y trabaja en el noroeste cordobés. Se declara seguidora del pensamiento de Juan XXVIII: “Amar es hacer, dejar hacer y hacer hacer”. Fue elegida Mujer del Año en 1998 en nuestro país. Por su labor con ancianos recibió el premio Leslie Kirkley. Actualmente tiene 22 comedores (muchos a la intemperie, sobre piso de tierra, sin techo) donde alimenta a los niños.
Tiene un equipo de 200 colaboradores, entre ellos, 50 médicos de todas las especialidades. Su fundación se llama Misionera María de la Esperanza y tiene su central en Libertad 897, San Marco Sierra, Córdoba.
La Hermana Theresa lucha por los demás como luchó por su vida hace años cuando estando en Brasil le diagnosticaron cáncer. No se rindió y continua adelante.
En diálogo con El Cronista Regional, Fernanda contó que después de uno de sus viajes, y tras difundir la entrevista a su audiencia, “el contagio de las palabras y la obra de esta mujer fue tal, que en pocos días la avalancha de gente que quería colaborar con mercadería, ropa, zapatos, frazadas resultó impresionante”. Y se realizaron tres viajes para trasladar todo. La alegría de la Hermana Theresa fue tal que prometió visitar Felicia para este mes de julio, después de su viaje a Italia.
Con cierta ironía, a partir de todo esto Fernanda le preguntó si era ‘extraterrestre’. La Hermana, con una sonrisa, contestó: “soy como todos los demás, sólo se trata de tener todo el amor y la fuerza para ayudar a los demás. Lo mío es una gota en el océano, pero la gota está. Si alguien supera el hambre, el analfabetismo, aprende a trabajar, es una persona salvada”.