
Notable desarrollo de las huertas orgánicas en San Cristóbal
Toda red de recomposición social -independientemente de sus dimensiones- presupone una modalidad legítima de resistencia. Así, una vecinal o una asamblea barrial configuran espacios de lucha parcializados que, de una u otra forma, edifican un consenso viable en pos de alzar demandas, recuperar derechos violados y obtener respuestas. Después de al menos 20 años de destrucción del aparato productivo nacional y disgregación sistemática del tejido social, pareciera que el trabajo hoy se instala como la nueva “contracultura”, en oposición a los emblemas neoliberales de exclusión. Las acciones comunitarias “resistentes” que auspician un cambio generan recursos humanos desde la casa, la escuela o el barrio; el trabajo, como noble dignificación de los hombres, nace en sus propias manos, no ya en la letra obsoleta de algún decreto.
El Programa Prohuerta favorece la promoción de acciones comunitarias concretas tendientes a recuperar el trabajo en su forma y esencia mediante el desarrollo de huertas orgánicas, cuyos alimentos producidos contribuyen al mejoramiento de la nutrición familiar, la solidaridad y la organización social.
“Nace como un programa organizado y dirigido por el Inta. Los fondos para el programa provienen de la Secretaría de Desarrollo Social de la Nación y un porcentaje de éstos se destina a la compra de las semillas (que son producidas por una pequeña cooperativa de la provincia de San Juan). Luego se distribuyen a las familias, escuelas y asociaciones comunitarias que trabajan las huertas”, comentó a El Cronista Regional Amelia Reinares, coordinadora del programa en el distrito San Cristóbal. Formalmente, la delegación local del Inta comprende en su área de influencia la parte Este del territorio departamental, pero como no existe otra agencia en Ceres se trabaja de manera extensiva, llegando con la entrega de semillas a todas las localidades. Debido a la capacidad limitada de la infraestructura económica del proyecto, las tareas de capacitación se desarrollan en las localidades más grandes (San Cristóbal, Huanqueros, Ceres). “A otros pueblos llegamos con la asistencia técnica en la medida en que nos ayuden las comunas”, explicó.
Según datos preliminares, en nuestra ciudad existen 550 huertas orgánicas familiares, más dos huertas comunitarias de Cáritas y otra en el barrio Juan XXIII. Funciona además un sembrado orgánico en el mencionado barrio -producto de la iniciativa de un grupo de adolescentes- y otro en la vecinal de Tiro Federal. La superficie sembrada total supera los 27 mil metros cuadrados. La coordinadora reveló que “en el departamento existen 1.400 huertas familiares, contra 800 que logramos desarrollar con las dos campañas anteriores. En el departamento hay 40 huertas escolares de establecimientos locales y rurales”. En cuanto a las huertas comunitarias, en este año tuvieron un incremento importante, quizás como consecuencia de las profundas necesidades que enfrenta nuestra población. Hay localidades en las que, a partir del trabajo de los promotores (agentes que permiten la acción recíproca entre la institución y la gente), las experiencias dieron sus frutos. Ya se trabajan 80 huertas en Huanqueros y 70 en Hersilia. Otro dato interesante: en el distrito departamental, aproximadamente 5.600 personas se dedican a esta actividad, contando a los beneficiarios del Plan jefes/as de Hogar.
Las huertas urbanas dejan muy pocos excedentes. En cambio, las rurales tienen superficies sembradas mayores y, por ende, al producirse más los remanentes dan lugar a la comercialización de los productos. “Notamos también que la gente que trabaja en las huertas encuentra en el trueque una alternativa interesante y la venta de bolsones puerta a puerta se mantiene con resultados positivos”, explicó Reinares.
El programa tiene buenas expectativas desde el punto de vista presupuestario. Cuando los fondos destinados se demoran, algunas empresas, municipios y comunas hacen contribuciones económicas, inclusive entregando partidas de semillas. La coordinadora se mostró optimista con respecto a la evolución del programa: “Yo noto que la gente tiene cada vez más deseos de sumarse a esta propuesta, pues comienza a darse cuenta de que la huerta orgánica constituye un aporte a la economía familiar y comunitaria muy importante”, concluyó.