
Se consolida el proyecto de la panadería Furman
Tras poco más de un año de su reapertura, el emprendimiento panaderil Sara María Furman se consolida en la ciudad de Santa Fe como espacio de capacitación laboral e inclusión social, al tiempo que comienzan a tomar forma nuevos proyectos destinados a ampliar la inserción de los jóvenes ya formados en el oficio que participan de la iniciativa.
La propuesta motorizada en forma conjunta por la Fundación Sara María Furman y el gobierno provincial, a través del Ministerio de Desarrollo Social, comenzó con la elaboración de 100 kilos de pan diarios y hoy ya fabrica alrededor de 500 kilos diarios.
Los productos panificados son elaborados por jóvenes operarios del Programa de Capacitación Laboral del Ministerio de Desarrollo Social; internos de la cárcel de Las Flores, beneficiados con el régimen de salidas laborales, y personas que recientemente han recuperado la libertad.
Desde Desarrollo Social destacaron la importancia de este proyecto conjunto entre “la sociedad civil y el Estado provincial”.
“La solidaridad y el compromiso ciudadano son elementos para construir una sociedad mejor; no se trata de entregar lo que a uno le sobra, sino de tener una visión integradora. Ésta es, justamente, la lógica que delinea el proyecto de la panificadora, dado que sin participación no hay solidaridad y no hay cambio”, especificó el ministro del área, Pablo Farías.
Actualmente, los productos que elaboran son distribuidos diariamente en los comedores comunitarios y copas de leches de la vecinal de barrio Roma, Movimiento “Los Sin Techo”, Caritas, Geriátrico San Vicente de Pauls, Asociación Ideas, Taller de la Escuela Pizzorno, Casa Beata Clara Bossata, y Asociación Civil Madre Teresa de Calcuta, todos de la ciudad de Santa Fe.
Talleres de capacitación
Actualmente, siete jóvenes asisten a los talleres de capacitación en panadería que se dictan por la mañana en las instalaciones cedidas por la Fundación Furman. De lunes a viernes, desde las 5:30 y hasta el medio día, elaboran el pan que luego es distribuido en las instituciones antes mencionadas.
Además, en el turno de la tarde, desde el mes de abril, todos los lunes y jueves se capacitan otros jóvenes entre 16 y 20 años. Las actividades están a cargo de Sebastián, quien pertenece al grupo que se capacitó en el oficio de panadería en el inicio del Proyecto Furman.
“Mi intención es trasmitir lo que yo aprendí a los chicos para que puedan tener una salida laboral concreta. Me gusta porque están muy interesados en lo que les enseño, no faltan nunca y ya se largan solos a usar las máquinas y los hornos. Yo ya les enseñé los conocimientos básicos del oficio y ahora estamos tratando de incursionar en otras técnicas. Siempre quieren aprender más”, expresó Sebastián, que tiene 27 años y en sus ratos libres hace changas de albañil y jardinería.
Los chicos que asisten a los talleres provienen de diferentes barrios de la ciudad: Centenario, Varadero Zarsotti y Santa Rosa de Lima. Fueron convocados a través de los programas Volver a la Escuela, El Refugio y Libertad Asistida, del Ministerio de Desarrollo Social.
Recientemente, tras la consolidación del grupo inicial, se incorporaron jóvenes de otros barrios como Alto Verde, San Lorenzo y San Pantaleón, motivo por el cual fue necesario dividir el grupo para lograr una mejor dinámica en los encuentros.
Trabajo interdisciplinario
Este espacio cuenta con la compañía de un equipo técnico conformado por una trabajadora social y una terapista ocupacional, quienes llevan a cabo entrevistas personales con aquellos chicos que así lo deseen, y articulan acciones con las escuelas y Centros de Acción Familiar de distintos barrios de la ciudad, Justicia Penal Juvenil, El Refugio, y con instituciones relacionadas a la problemática abordada según sea necesario.
“Es fundamental conocer a los chicos y escuchar cuáles son sus expectativas y motivaciones personales respecto a la capacitación. A pesar de que existen situaciones personales y familiares que dificultan la continuidad en el caso de algunos jóvenes, en general se comprometen con la tarea y de a poco se van identificando con el espacio, que representa para varios de ellos un lugar de pertenencia y contención”, sostuvo la terapista ocupacional a cargo del turno de la tarde María Belén Rastelli.
Carlos tiene 21 años y pertenece, junto con Sebastián, al grupo inicial del Proyecto Furman. “Yo trabajaba en una panadería, me quedé sin trabajo y tuve la bendición de poder ingresar a la Fundación. Mi intención es seguir capacitándome en el oficio y salir adelante. Tengo familia, 3 hijos y estoy pensando a futuro. Este es el principal ingreso. Para mí ya es un trabajo, una responsabilidad pero también pienso en poder conseguir en algún momento algo mejor y dejar este lugar para que otros chicos puedan pasar por la experiencia que yo pude vivir en la Furman”.
En el período transcurrido los jóvenes han participado en diferentes actividades realizadas por programas del Ministerio de Desarrollo Social, así como en las presentaciones de “La Compañía de la Media Luna”.
La trabajadora social Silvia Aguirre, miembro del equipo de trabajo, afirmó que “tomar parte de esas actividades fue una experiencia muy gratificante, ya que les permitió estar presentes de una manera diferente; elaboraron bizcochos y tortas negras para compartir con el resto de los jóvenes, con un mérito adicional que fue haber ido un sábado a las 8 de la mañana para concretar esta participación”.
Además, los jóvenes asistieron al curso de Manipulación Higiénica de Alimentos brindado por la Municipalidad de Santa Fe, en el marco del Programa de Seguridad Alimentaria, cuya certificación será de gran utilidad a los efectos de renovar las Libretas Sanitarias de los jóvenes. Este documento los habilita para ingresar a trabajar a emprendimientos panaderiles privados.
Salida laboral
En la actualidad, el Ministerio de Desarrollo Social lleva adelante gestiones junto a la Gerencia de Empleo del Ministerio de Trabajo de la Nación, la cartera de Trabajo provincial, la Municipalidad de Santa Fe y el Centro de Industriales Panaderos de Santa Fe para poder brindar una salida laboral a los jóvenes ya formados en el oficio.
Además, se está trabaja en la posibilidad de generar otros emprendimientos con este grupo de jóvenes.
En el marco del convenio de colaboración firmado en abril entre el gobierno de la Provincia de Santa Fe y la Federación Argentina de la Industria del Pan y Afines (Faipa), el proyecto Furman recibió donaciones de harina por parte de la Cámara de Industriales Molineros y productos Dánica a través de Faipa.
En tanto, en el mes de agosto, dos de los jóvenes comenzarán a asistir a los cursos de Pastelería y Facturería ofrecidos por la Escuela de Pasteleros perteneciente al Sindicato de Obreros Pasteleros y Confiteros de Santa Fe.
En tal sentido, Farías recordó que está “el compromiso de las federaciones y de los centros panaderos de Santa Fe y de Rosario para extender esta experiencia en otros lugares; y para ampliar la producción, que comenzó con la elaboración de pan y hoy ya incluye pizzas, facturas y productos dulces de calidad”.
La historia
El 15 de abril de 1988 la Fundación Sara María Furman inauguró una panificadora para abastecer diariamente con pan a familias en el barrio Santa Rosa de Lima, en la ciudad de Santa Fe.
A fines del año 2000, a raíz de la crisis política, institucional y social por la que atravesó la Argentina, la panificadora debió cerrar sus puertas.
Luego la crecida del río Salado, en abril de 2003, inundó los barrios del oeste de la ciudad, afectando las condiciones del establecimiento y los equipos de panificación.
El 15 de abril de 2009, con el apoyo del gobierno de la provincia de Santa Fe, la panificadora Sara María Furman puso nuevamente en funcionamiento sus máquinas, produciendo a diario pan destinado a instituciones de bien público.