Se nos muere la vida en vísperas de Navidad
Se nos muere la vida en vísperas de Navidad

Se nos muere la vida en vísperas de Navidad

Algunos párrafos del informe titulado “La situación de la infancia como urgencia”, de Alejandra Barcala y Virginia López Casariego, del Area de Salud del Instituto de Estudios y Formación de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA), son ilustrativos de la realidad argentina y de cuales son las causas de la grave situación de la salud infantil en el país.

“La Argentina parece ser un ejemplo extremo, donde se incrementó el porcentaje de pobres sobre la población total del país. En la década del 70 el 5% de la población vivía en hogares con ingresos bajo la línea de pobreza, en los 80 subió al 12%, a partir de 1998 se incrementa notablemente superando el 30% y en 2002 llega al 51%. (…) El 66% de los menores de 18 años son pobres”.

“Un relevamiento del Centro de Estudios sobre Nutrición Infantil, ONG consultora de la Organización Mundial de la Salud, apunta que en el año 2001 la desnutrición afectaba entre el 11 y el 17% de la población infantil de nuestro país, con mayor incidencia en las regiones del NOA y del NEA. No obstante proyectan que como consecuencia del último coletazo de la crisis la desnutrición infantil estaría superando el 20%. Hoy uno de cada cinco niños en la Argentina padece desnutrición”.

“La falta de cobertura de la seguridad social médica afecta en mayor medida a los niños/as. En nuestro país, el 45% de los niños/as menores de 4 años y el 41% de niños/as de 5 a 4 años no tienen acceso a dicha cobertura en salud, que depende de la inserción en el mercado formal de trabajo del jefe de hogar”.

“A pesar que los servicios estatales de salud (hospitales públicos, centros de salud, otras instituciones) ofrecen atención en salud al conjunto a la población, con diferente grado de reconocimiento en cuanto a la calidad de las prestaciones según la institución involucrada, la demanda más frecuente es de familias que no tienen cobertura de la seguridad social médica”.

“Esto debe correlacionarse con el desfinanciamiento sistemático de las instituciones estatales a partir de la implementación de políticas de descentralización y posteriormente de autogestión de los hospitales públicos”.

“Si asumimos la inequidad en la distribución del ingreso como de uno de los determinantes de la situación de salud de los niños/as y adolescentes, es imperativo la implementación de políticas redistributivas”.

“Argentina consume valores equivalentes a los necesarios para que 128 millones de personas estén por encima de la línea de pobreza. Redistribuyendo el 2,5% del consumo total de los hogares no habría indigencia en la Argentina. Redistribuyendo el 14,8% del consumo toal de los hogares no habría pobres en nuestro país”.

La claridad conceptual de las citas nos eximen -amigos lectores, al menos por una vez- de estructurar esta editorial con las habituales características. El tema que nos ocupa también explica nuestra portada de diciembre, distinta a los años anteriores, motivadas por la celebración de Navidad.

Ocurre que la felicidad es de todos o de nadie. Esa madre y su niño, pobres, son la actualidad de aquel Niño entre su Padre y su Madre en nuestra tapa de diciembre de 2001. “La esperanza de una nueva vida” decíamos, confíabamos. “Debemos multiplicar acciones positivas para transformar la realidad” proponíamos. Y muchas de esas acciones estuvieron en nuestras páginas durante 2002. Aunque también la responsable advertencia de los problemas que acusian a la región.

En este contexto, entre un perfil editorial y la realidad, el hambre es el extremo: inconcebible en un país rico en recursos naturales, climas, inteligencia y voluntad humanas. Por eso Navidad, nos da la posibilidad de cambiar, de nacer de nuevo, por nuestros niños, por nuestro futuro.

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